sábado, 1 de noviembre de 2008

Amores, recuerdos y el amor


No hubo ninguna vez, pero ocurrió. Sucedió, alguien o algunos lo vivieron. Y no recordaron ser felices. El final, el principio y la medianía de la historia los hizo únicos. Sí, felices. A veces me pregunto qué es ser o no feliz. Lo importante es seguir.
A ellos les pasó así. Y cruzaron puentes firmes, precipicios peligrosos. Y nadaron en ríos de aguas grises y también se sentaron tranquilos en la orilla. Se besaron en días con nubes que anteceden lo peor, pero caminaron bajo aquella lluvia que se observa en el cine francés. Por eso planearon. Se conocieron y siguieron y se respetaron y se extrañaron y se perdonaron y se distanciaron; amaron y odiaron. No importan los demás. Sólo ellos; con sus blancos, negros y grises tristes.
Ella luchaba y no encontraba. Él no lo demostraba. Ella se estremecía y él lo absorbía. Y los dos se llamaban, pero no se escuchaban. Pero se querían y se siguen. Nos queremos y la quiero. Demostrarlo cuesta. Hacer notar no sirve.
Y un día o una noche se finalizaron; lloraron, se esperaron y se volvieron. De nuevo comenzaron y se extrañaron.
Buscaron los colores del amor y se apartaron de las sombras, esas que hacen mal. Llanto, risas, recuerdos. Fotos, poses y el amor. Se encontraron, se unieron, planearon, se prometieron y… lloraron. En un abrazo, lloraron.

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