lunes, 24 de noviembre de 2008

Modos, intenciones y conclusiones


Cómo empezar es el gran problema, ya que siempre es lo más difícil para alguien que quiere emprender a relatar un determinado episodio y por eso busca miles de formas posibles para que los aparentes oyentes lo comprendan y no malinterpreten los matices complejos para quien no preste atención a los detalles.
La pregunta es cómo se puede expresar lo que se cruza por la mente cuantiosos minutos en cada día que transcurrimos en esta vida absurda, o no, y que no se puede hablar con aquellos que no lo ven de la misma manera. Puede parecer desequilibrado pero sé que estar mínimamente dos segundos pensando en pensar nada, en absolutamente nada lleva a emprender este tipo de pensamientos. Claro que algunos son muy interesantes.
Otra de las cosas que pasaron por mi mente y que han sido arraigadas y se almacenaron de forma que en cualquier momento y ante cualquier visión vuelven y al laberinto de posibilidades son las imágenes.
Quizás no soy el único que ante estas recuerda la primera vez en que se le aparecieron, ya sea en una calle, en el panorama de un camino o la figura o los colores que se observan arriba de un colectivo o el retrato que se acerca por las mañanas a nuestra ventana. Todos los días veo lo mismo, por esta razón cuando algo no se encuentra en su lugar enloquezco recordando que era lo que estaba y no lo recuerdo. Qué estaba haciendo cuando ese objeto que ahora no recuerdo estaba allí, porque no me di cuenta de que hace días que no lo veo, dónde se habrá volado, quien lo sacó si a nadie le interesa, cómo se desapareció.
El perro, cuantas veces fue acariciado o maltratado.
Lo mismo me ocurre cuando observo los asientos de los colectivos e imagino gente sentándose sobre estas. Los cuadros se borronean y veo muchas personas. A veces estas visiones se mezclan, quizás inconscientemente, con cosas que leí, escuché o vi o pensé. Son emisiones que alguna vez se atravesaron en mí y quedaron guardadas.
Me ocurre muy a menudo recordar episodios.
Sé que a muchos le sucede escuchar una canción y recordar a un viejo amor o a alguien que ya no está, oler determinado perfume y acordarse de una persona o un lugar. Es loco, pero sucede y está presente y nadie se anima a contarlo con detalles porque decir que tal o cual canción te recuerda a aquella novia que te dejó por otro hombre que nada le da es horrible. A nadie le interesa si te acordás o no de ella, que tanto te dio o te hizo faltar pero que la querés como sabes que ni a tu mujer, la madre de tus hijos, la vas a querer y que sólo te produce ganas de volver el tiempo atrás y no volver a cometer los errores que la llevaron a que un día de lluvia bajo el techo del lugar donde se conocieron y se prometieron no dejarse, ella te dijo que ya no sentía lo mismo. Claro no hay recetas para volver el tiempo atrás ni tampoco que aquel aroma del amor se diluya cuando uno así lo quiere, pero las cosas son así. Nadie lo podrá eliminar y eso duele.
Es lindo, es espantoso, es doloroso y es reconfortante a su vez. No puedo sacarme de la cabeza la figura de mi abuelo cada vez que miro su sillón. Eso me hace daño, mucho daño, como las cosas que no expresé cuando debí y pude pero mi edad o mi forma de ser o la circunstancia no me dejaron y hoy el presente me duele, pero también me ayuda a seguir esquivando las piedras que ayer molestaron y van a molestar. El olor ayuda a recordar al igual que un libro o una agenda de papel.
No me gusta hacer cuentas más que para no perder mínimamente. Desconfío de las personas que las hacen para saber cuanta plata hubieras ahorrado si fumaras menos paquetes de cigarrillos por semana, o cuanto hubieras ahorrado si sabías que a tres cuadras del lugar que compraste los fósforos estaban más baratos. Esas acciones las asocio a la gente que no tiene sus propias cuentas claras y dejan a uno pensando en que es un mal jugador en la vida.
Es fácil mirar las cosas desde afuera y opinar y arreglarlo todo. Pero hay que estar y bancarse ser alguien en cada momento y en cada situación…”si me hubiese tocado a mi hacía esto o lo otro”…Así es posible arreglar el mundo y cada cosa que se encuentra fuera de lugar. Lo que sirven son las intensiones y el modo de encarar cada camino elegido u obtenido o alcanzado.
Todo conlleva a una cadena y llegué acá después de relatar mis preguntas mentales. Me recuerda a algo que leí acerca de un personaje que recorría una estación de subte a otra en tres minutos y pensando y recordando vivía situaciones que en tiempo real gastaban más que tres minutos. Suele suceder.
Es cierto, este relato lo pensé mientras me levantaba. No tiene enlace alguno pero es una descarga de cosas que no puedo expresar con un puñado de palabras pero que están muy adentro.

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